lunes, 9 de diciembre de 2013

¡Mi mascota!

Mi mascota para este blog será una rana. No es mi animal favorito, ni mucho menos. Mis animales favoritos son dos: la pantera negra y la libélula. He escogido la rana porque me gusta el color verde, como el de las ranas y me parecen unos animales interesantes y divertidos. Ver una rana alargar su lengua para coger una mosca es gracioso y a la vez extraordinario, porque yo pienso, ¿y si los humanos tuviéramos que alargar nuestra lengua para cazar nuestro alimento vivo? Dicho así suena un poco raro, pero si ésta fuera nuestra naturaleza, sería raro sentarse en una mesa a comer. Las ranas son unos animales de los que no sé gran cosa, pero simplemente me gustan. Sé que comen moscas y que alargan su lengua para ello. Sé que son anfibios y como se desarrollan des de que nacen hasta que son adultos. Lo que más me gusta de las ranas es que hay de todos los colores y estampados imaginables.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Me he cansado!

Nunca os ha pasado que queríais tanto una cosa, y cuando la tienes, te acabas cansando? A mi no me ha pasado nunca, pero a mi tío sí.

-Mi tío, Santiago, quería comprarse un coche. Estubo buscando uno perfecto por todos los lugares. Él quería un buen coche, elegante, rápido y que te de esa sensación de vivir la vida.
Un día, viendo la televisión, vió un coche precioso. Parecía tener todo lo que él quería. Y además, según decía el anuncio, era barato. Así que decidió ir a verlo de verdad. 
En la tienda, el coche, era aún más perfecto que en la televisión. Y al probarlo... Le encantaba. Ese temblor al acelerar, tenía un freno de esos que al estar muy cerca de otro coche, éste frenaba solo. ¡También resultaba que tenía la opción de hacerse descapotable! Y aceleraba rapidisimo, en muy pocos segundos. Era un coche genial. El precio era un poco más caro de lo que ponía en la publicidad, pero era tan perfecto, que lo compró.
Los primeros dias con el coche eran estupendos. Mi tío presumía y presumía de él. Un día, Santiago iba por la autopista, a 100 km/h más o menos, y el coche frenó de repente. Se llevó un susto de muerte. Pero tan solo era un pequeño error. Al cabo de unos días, ya era verano y decidió hacerlo descapotable. La sensación era indescriptible, la libertad en el aire... La segunda vez que lo hizo descapotable ya era un poco insoportable porque le venian todos los pelos a la cara y casi se traga un bicho... Lo peor fue que luego, la capota estaba astascada, no se podía subir. Al cabo de unos días más ya estaba harto del temblor, no se podía ni beber agua sin que se empapara todo el coche. Unas semanas después vino una tormenta, y con el coche descapotable, mi tío llegó a su trabajo como si se hubiera dado una ducha. Al volver, entre el pelo en la cara, la lluvia y el temblor, el coche frenó de repente y se estrelló contra un árbol.
Mi tío, más harto que nunca, decidió vender el coche. Y al final se compró un Ford Fiesta. Iba genial, y aunque no fuera elegante, era sencillo y sin errores.